sábado, 21 de marzo de 2015

0.1

Ori miró al reloj de pared que se había comprado hace unos días. Ese día, aún controlaba la mayor parte de su mundo y sentía como cada centímetro de su vida presente y futura estaba totalmente controlada.
Ahora, a las 13.51 minutos, el mundo de la chica estaba totalmente destruido. No sabía que iba a pasar en menos de diez minutos, y mucho menos sabía lo que iba a ser de ella en el próximo año, lo único que tenía claro es quien era ella.

***

Tenía 28 años, había estudiado Bellas Artes en la Universidad de Falú, en el pueblecito del mismo nombre. No tenía ningún tipo de pareja,y tampoco lo necesitaba. Vivía feliz en su independencia, y encima tenía un trabajo bien remunerado en la revista de la ciudad más importante de la zona. En el transcurso de la universidad y la firma del contrato, Ori se había instalado en el pueblo, su casera era una conocida de la familia y prácticamente la dejaba vivir gratis. Aunque cuando encontró el trabajó insistió en pagarle el alquiler.

La muchacha era simpática, quizás algo terca y era difícil sacarla de cualquier idea que se le hubiese metido entre ceja y ceja, al menos eso pensaba Arden, uno de los amigos que se hizo en Falú, sobre su físico, se podría decir que no habría nada de lo que destacar de ella, podría ser la vecina de la que nunca sabes el nombre y que vive en tu bloque, o la dependienta que te atendió el otro día cuando fuistes de compras. 

Aunque sinceramente, nada de lo que se pueda contar de ella importaba ahora...

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